jueves, 5 de noviembre de 2009

A Mariano José de Larra

Cuando leo tus palabras bajo las páginas amarillentas de la historia, siento que tu pensamiento se refleja en mi mente, no puedo evitarlo, juicios de una sociedad pasada que se puede aplicar a la actual, sentimientos y miradas similares a las que florecen en mi interior, y en los ojos el cristal de la melancolía, en los labios el sabor del café amargo aunque no era de tu gusto.


Artículos, retazos de una vida, al leerte sé que no estoy solo en la andadura de la crítica más rasgada, esa que araña los entresijos que forman todo lo que nos rodea, tu legado ha llegado por el cauce de una España convulsa que se sumió en el pleno patetismo al inmolarse en una Guerra Civil con fatales consecuencias, y a día de hoy seguimos intentado sanar heridas sin cicatrizar.


No quiero aburrirte con la parodia que se dibuja en el ámbito nacional, situación difícil para muchos, lo único que sé es que la movilización se halla estancada y los beneficiados son los mismos.

Ante todo y pase lo que tenga que pasar, Señor Larra, seguiré caminando por la senda de mi vida, pues he pensado con todos mis respetos hacia su persona, que por muy mal que en ocasiones se tercie la vida, volarse la cabeza no es la solución.


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