jueves, 12 de abril de 2012

La necedad política y ética de la sociedad española

Últimamente la ola de medidas tomadas por el gobierno central parece que ha cogido desprevenida a una parte del orgulloso pueblo español, el cual se pensaba que tras la era del Zapaterismo nada podía ir a peor, muchos incluso se comenzaban a lamentar de su voto al Partido Popular, pues las medidas empleadas por el tío PePe empezaban a salpicar de forma negativa a algunos y más de unos tantos que abrazaron a Mariano Rajoy como “Soter” de un gran país llamado España, no obstante, hemos podido ver que las cosas siempre pueden tocar más fondo aún. El problema en esencia de todo esto es la poca inteligencia política de muchas personas que ejercen, o no, su derecho a voto, sobre todo de la gente joven.

Rajoy, en un debate con un amigo suyo de apellido Rubalcaba decía que las medidas que iba a tomar si llegaba a la presencia -más barata de la historia- eran simplemente consecuencia del sentido común. Pues bien, aquí las tenemos, capitaneadas por un tal de Guindos, capitán de nuestro navío, el cual argumentaba ante los medios de desinformación que no ducho en materias navales, era de la firme opinión de que si se acercaba la tempestad había que adentrarse en ella  para superarla  y conseguir los objetivos, abogaba por su sentido común, un “guindilla” tóxico de Lehman Brothers, intentando llevar el rumbo económico de nuestro país. 
Otra medida de sentido común y de lógica para los hombres de Rajoy es meter en el mismo saco legal a los violentos y terroristas con la gente que se manifiesta de forma pacífica sin causar ningún tipo de daño a la autoridad, pero ésta dicho sea de paso puede sacar ojos con balas de goma o pegar mamporros a adolescentes siendo las víctimas de agresiones de la supuesta ley, denunciadas y llevadas a la cárcel, mientras el verdugo queda impune, trasgrediendo además la sacra carta magnánima ilustrísima  de una constitución anclada en otros tiempos que debería ser revisada en clave de progreso, no bajo el pincel de la represión como estamos viendo ahora. 

La lista, como bien saben ustedes, señores lectores, es interminable, aunque me gustaría dar un apunte más, referido a la Comunidad de Madrid y su primo hermano, el Ayuntamiento que rige la Villa. Pues las “Manolas” tienen también todo atado y bien atado. Doña Desesperanza alza el “tarifazo” en el transporte público de la Comunidad de Madrid, la suma de tontos, apretando más la soga al cuello de la gente trabajadora, la que vive en muchas ocasiones al límite, para ellos va el ataque, pues su elitismo no tiene parangón como bien es sabido. Por otro lado, su entrañable amante política, Doña Botellín, se alzará contenta pues gracias a ello más gente cogerá el coche, más contaminación, más consumo, y la boina en aumento, aunque ella lo niegue y todas las noches haga la danza de la lluvia para limpiar los cielos de esta ciudad caduca. 

Tras lanzar algunas características consumadas de los elementos del PePes- y eso que hoy no me metí en los temas de corrupción- queda la reflexión y la terrible pregunta que un entrenador de fútbol- intentó hacer suya : ¿Por qué? 

Será que esto es España y la estupidez humana aliñada con orgullo y egoísmo va en el común denominador de nuestros compatriotas. Realmente puede haber un sinfín de razones, todas dignas de estudio y de investigación- bueno de investigación, “ejem”, verán ya no es posible, cosas del recorte-. Aunque cabría destacar la poca inteligencia política de muchos de los ciudadanos del pueblo español, además de la falta de valores humanos y éticos que visten al mismo. Llega a ser comprensible que las gentes de otras épocas, ancladas en la España del ayer y siempre fieles a un partido político, sigan votando al mismo, considerando, creyendo que éste no ha cambiado, podríamos excusar en cierta medida a aquellos que ya acarician y se peinan en ancianidad y por otro lado, están aquellos que viven en la riqueza y con el PePes les va muy bien- esos que en su vida cogerían el transporte público-. Dos ramas divergentes pero que convergen al mismo voto por una u otra cuestión. 

Lo que resulta incomprensible, es el voto dado por la gente trabajadora, la de a pie, la que desgasta la suela de sus zapatos en el empedrado de las calles, de las familias modestas y la gente joven. Ahí, sale a la luz la poca inteligencia política, la falta de una base moral, de unos conceptos básicos que toda mujer u hombre debería poseer. El PePes no sirve al pueblo, oprime al pueblo, deja marchar sin ánimo de vuelta a las jóvenes promesas en las que el Estado ha invertido tanto dinero. España, se baja los pantalones ante la política Macroeconómica de Alemania y su conjunto bajo el estandarte de una Europa que es pura invención. Los medios están dirigidos por las esferas políticas y aborregan al pueblo, les dan pan y circo para que estén contentos, mientras tanto recorta en los principios básicos para garantizar el Estado del Bienestar: Sanidad y Educación. ¿Esto es evolución? El capitalismo ha muerto y es necesario crear otro sistema en los tiempos que corren, deberían saber los “euro cerdos” (disculpen mi malhablada libertad de pluma) que a los muertos no se les puede resucitar y que si siguen por esta senda seremos el País de Coca – Cola, pues al final empresas y bancos rigen todo a su antojo. 

¿El problema? Los valores, la cultura, la educación de un pueblo irrisorio de putas y charanga, de corralitos e intereses de las autonomías, de ladrones, de incultura, de necios, de farsantes, de amiguitos y botarates. Así, España tropieza tantas veces en la misma piedra, algo comprensible cuando la Historia es denostada por un amplio sector de la sociedad, cuando las humanidades son tratadas como ciencia de segunda y no útil, esa es la clave.  Esa falta de capacidad de conocer nuestro ayer, de reflexionar sobre aspectos que atañen a la figura del hombre y su pensamiento, por la poca lectura y la mucha basura. 

Sea pues el territorio que pisamos pasto de Eurovegas, de gente mansa que no piense, un país de sector servicios, de prostitución y desenfreno, de escasos valores y sin una memoria cultural colectiva. Eso sí, campeones en deportes, que no se diga: ¡España y Ole!          

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